lunes, 3 de enero de 2011

PASAJES DE MI INFANCIA


El ropero, un universo por descubrir, enorme, con sus tres puertas siempre con llaves, al centro la luna, un espejo. Hoy es momento de conocer sus misterios, estoy sola, los mayores salieron de compras y el llavero quedó olvidado sobre la mesita de noche. Lo cojo, es pesado, son tantas llaves que me cuesta ubicar la correcta. Al fin abro la puerta grande. En su interior cuelgan vestidos, abrigos de piel, chaquetas, trenos, bolsas por doquier, de papel, algodón, arpillera, comienzo a explorar y encuentro puras leseras, cuellos de camisas, puños, medias rotas, calcetines junto a un huevo de madera, una maleta redonda negra con ribetes rosados, llena de sombreros preciosos de mi abuela. Con entusiasmo abro otra que contiene muchos zapatos de tacos altos. Es mi tiempo de soñar… soy una gran cantante, saco un largo y vistoso vestido azul con lentejuelas de un cajón de la emperatriz, tomo un lápiz y pinto mis labios de rojo… voy a salir a escena, acomodo como puedo mis pies en unos empinados zapatos, los más altos; paseo sombreros sin descanso sobre mi cabeza, encuentro el que me gusta, pero cuesta sostenerlo derecho, este insiste en ladearse hacia el lado del rosetón de flores y guindas. Me observo complacida en el espejo, luzco bien, elegante… y en ese instante mágico escucho los aplausos de mi público, igual que en las películas de Sara Montiel en “La Violetera”. Como ella canto con soltura y bailo sutil al compás, soy feliz. Despierto de mi ensoñación cuando escucho el motor de la camioneta aparcando en la vereda. Presa del pánico, apurada, me saco el vestido que sin resistencia cae como telón de teatro al piso; también los zapatos y el sombrero, guardo todo; no me di cuenta de lo rápido que pasó la tarde, cierro la puerta y dejo con rapidez las llaves en la mesita, me limpio la boca con el borde de la pollera; en ese instante se abre la mampara y escucho decir a mi abuelo: “Chechy, llegamos, te traigo una sorpresa”.


CANCIÓN DIVINA

Mi niña asustadiza
no llores desolada
el alba trae luz
y está la esperanza.

Para ahuyentar tu miedo
la fe es fundamental
y nada es imposible
para el que sabe amar.

Mi niña temerosa
enciende el corazón
que Dios es alegría
¡arrímate al perdón!


EL CAMALEÓN Y EL GRILLO CANTOR
“Las apariencias engañan”

Un grillo divertido cantaba su canción
En medio del follaje de un arbusto en flor,
Incauto entonaba su alegre melodía
Pensando que su amada al fin lo aceptaría
Frotando sus patitas como violinista experto
Jurando en cada nota: “mi amor será eterno”.

En la rama vecina vigilante, silencioso
Un camaleón precioso observa al artista
Haciendo uso de su labia y atractivos colores
Aparentando ser la mas linda de las flores
Con voz melosa sugiere ser la ofrenda perfecta
Que corone el recital que ayude al grillo
Al fin su amor conquistar

El grillo enamorado, ciego de pasión
Se acerca sin temer, a cortar dicha flor
Su afán un delicado bouquet a su amada llevar
Cuando en eso estaba, una lengua pegajosa y larga
Lo despierta de la dulce ensoñación y que pena
En un santiamén de una sola tragada
Se panzó el camaleón al grillo cantor


PRIMAVERA


Retoñan las ramas
antes desnudas, oscuras.
Flora aromada, colorida
gestación, silenciosa espera,
vida diversa, generosa.

Ligero por las quebradas
viaja cristalino el deshielo
enrutándose hacia el valle.
Parrones, manzanos, ciruelos
cuajan almíbar del sol.

La tarde soleada
invita a la siesta
arrullo, viento suave,
hecho un ovillo
en su nido
un colibrí duerme.


UN VIAJE CON HISTORIA

Mis niños queridos, soy una vieja amiga al servicio de ustedes, mi nombre es Historia. Los invito a que vengan conmigo, estoy para realizar un viaje… a un tiempo remoto “cuando el hombre no sabía que era hombre” ni contaba con los elementos necesarios para dominar y enseñorearse de la naturaleza como hoy. Entonces vivía en oscuras y frías cavernas, temeroso de su sobrevivencia, cada día acechado por las bestias poderosas que lo superaban en fuerza y destreza. Era tan débil que la Madre Naturaleza generosa le otorgó una condición para equiparar su inferioridad con otras especies… lo dotó de un órgano maravilloso, el cerebro. Pero para activarlo y hacerlo funcionar, también exigencias. Así, constantemente en ejercicio con tantas pruebas por superar, descubrió su capacidad verdadera, crear aquello que no poseía. Una noche de tormenta terrible cayó un rayo violentamente sobre un árbol, lo encendió desprendiendo parte de su ramaje cerca de un primitivo ancestro, quien sintió el gratificante calor y además advirtió la claridad desprendida de las llamas ante la amenazante oscuridad de la noche. Entonces arrastró al interior de su cueva las ramas ardientes ayudado por sus hermanos protegiéndose del frío (era el fuego sagrado un regalo de Dios) procurando que no se extinguiera, lo alimentó con leños día tras día. Nacían de este modo los cimientos de la humanidad, el primer paso hacia la evolución humana. Se sucedieron tantas cosas, herramientas, la invención de la rueda, desarrollo de la agricultura, ganadería, etc. Para entender y reconocer cada elemento nuevo emergido, debió ordenar todo lo que necesitó desarrollar: un código de sonidos especiales, vocablos, palabras con que dio nombre a cada cosa que inventaba o descubría, hasta formar el lenguaje. Eso era muy importante, pues a través de la palabra antes heredaba el conocimiento. Vuestros antepasados, de generación en generación citaban en sus leyendas las hazañas de grandes personajes elegidos por los dioses para misiones extraordinarias, dotados de mágicas capacidades, por sobre el común de los demás, tanto como para advertir el peligro de malos espíritus y cómo protegerse de ellos. Al desarrollar su capacidad manual, talló y trazó dibujos en sus cavernas. Grande era su necesidad de comunicar lo que veía. Petroglifos, jeroglíficos surgieron, símbolos de lo que sería, con el paso de los siglos, una máxima invención, la Escritura. Soy Historia, hija de Escritura, llevo registro de cada hecho, suceso importante, a lo largo del tiempo. Guardo celosa cada detalle de aquellos que merecen quedar en mis recuerdos, algunos por hermosas obras, otros por sus perversidades. Estoy aquí con el propósito de hacerles saber lo importante que son ustedes, actores de lo que voy a escribir este nuevo siglo en el gran Libro de la Vida. Confío en que mis palabras no las echarán al olvido, pues observo desde mi lugar sus corazones, veo en ellos brillar la llama divina del amor, con fe, llena de verdad, hombres y mujeres del mañana, quienes cuidarán y harán un paraíso cada lugar donde habiten, sea una casa grande o pequeña, parcela, a orillas del mar o monte, al borde un camino… ahí estarán firmes, construyendo para el bien común, pensando y amando al prójimo como a sí mismos. Soy su propia historia anticipada quien les invita a descubrir lo sagrado en todo. Por eso, a mirar la vida con respeto… seguro que algunos vienen con regalos: son los talentos; no deben dejarlos dormir en un armario, por el contrario, sacarlos a la luz y compartirlos con sus hermanos de camino. Espero que realicen algo bueno, aprovechen bien su tiempo, estudien y por sobre todo, no tengan miedo a seguir sus sueños… pero no olviden que el fin “no justifica los medios”.

Construye con amor, soy tu historia personal.


“Los nietos son regalo fiestero e inquieto, con sabor a dulce sus besos pegajosos y mimosos. Ángeles diablillos que recrean mis ojos, gestos y carácter y el de mis amados ancestros, los que ya partieron. En sus berrinches y piruetas infantiles, cabriolas, descubro el tiempo otrora y viajo a la niña que fui. Ahí abro la puerta sagrada de las leyendas, cuentos misteriosos con principescos sapos, donde el hada madrina con su varita mágica lucha contra la hechicera envidiosa para protegernos del mal”


ENCUENTRO CON MELQUISEDECK

Para saber y contar esta historia verdadera, fue en casa de los abuelos donde me crié, tenía más o menos ocho años. Aconteció que tras una larga siesta de otoño, desperté. La habitación casi completamente a oscuras, salvo por el fluorescente del comedor que de soslayo iluminaba la entrada del dormitorio y la galería que comunicaba las habitaciones entre sí. Me levanté para dirigirme a la cocina, donde la abuela mantenía animada conversación con Julia, la señora del lavado. Di dos pasos quedando bajo el dintel de la puerta; presa de una extraña sensación me detuve, giré sobre mis pies. Ante mi asombro, al fondo del cuarto, se abrió un portal mágico, y de otra dimensión emergió aquel hombre enorme, de particular aspecto; en su cara destacaban los grandes ojos, hipnóticos, sin parpadear, mirándome; cabello oscuro, largo desgreñado, sobre su cabeza un sombrero alón de alta copa con hebilla metálica en el centro, chaquetón largo y pantalón de riguroso negro. Silencioso se acercaba hasta quedar frente a mí. Paralizada por el miedo, respirando entrecortadamente, el corazón en loca carrera… no atiné a nada. Él, agachándose, me asió y levantó entre sus fuertes brazos, sin pronunciar palabra alguna se dirigió a mi cama recostándome y cubriéndome amorosamente con las mantas; acarició mi cabeza con ternura para luego regresar por donde llegó.
Mil preguntas cruzaron entonces por mi mente, también así respuestas, la más lógica: “Habría sido todo un sueño”, ¡pero tan real! Más despierta que nunca salté, dispuesta a correr hacia las dos señoras, pero ¿de qué me salvarían?, curiosidad, duda, sin más, retando mi temor a lo desconocido dije: Si esto ha sido un sueño, nada sucederá; mas si fuese realidad, él volverá porque no vino por venir. Ahí me quedé esperando desafiante al visitante. Al cabo de unos segundos nuevamente la presencia se manifestó, dando absoluta certeza de su existencia. Entonces corrí veloz, alertando sobre el mismo. Tal era el revuelo de mi testimonio, que ambas damas apuradas me siguieron hasta el lugar de la aparición, encendiendo luces, revisando arduamente, buscando vestigios del increíble relato… Nada de nada, se esfumó. Quedé catalogada de niña con una imaginación muy viva. Dejé de tratar de convencer a los demás a cerca de la veracidad del hecho, por las risas que causaba.
Aquel sacerdote vino para avisarme que me enfrentaría a duras pruebas, pero que la vida se encargaría de ir revelando la misión que me encomendaba Dios Padre y Madre. Melquisedeck es su nombre, Rey de Salem, que quiere decir Amor, Paz y Verdad. Este ser espiritual nunca muere, es eterno y lo han conocido desde tiempos bíblicos, se le menciona en el génesis del antiguo testamento en un encuentro con Abraham, el padre de la fe, y en Hebreos del Nuevo Testamento. Jesucristo proclamado sacerdote de una vez para siempre, según el orden de Melquisedeck.
¿Un sacerdote brujo o el genio de la tierra?
Ya no tengo miedo a nada, sé que Dios me ama y está conmigo… con esa certeza y su seguridad vivo día a día.


EL BURLADOR BURLADO

Llegó a las cercanías del pueblo, un zorro de montaña que astuto merodeaba las casas buscando presas fáciles de atrapar. Se acercó a un criadera de gallinas ponedoras, que cuidaba con celo el viejo perro Carusso. Su potente ladrido y fiereza ahuyentaba a los ladrones. En el día dormía siesta tranquilamente, dejando el cuidado de la granja a León, un cachorro juguetón que recién aprendía sus lecciones de cuidador.
El zorro ladino planeaba una forma de entrar al galpón lleno de gallinas y huevos. Observó la gran cerca, una malla de alambre, gruesa y alta. Viendo a León tan joven, se propuso ganar su confianza, para después poder robar a su antojo.
León, que nunca había visto un zorro, se acercó movido por la curiosidad, ladrando amenazador.

Zorro: Hola muchacho, ¿cómo estás? (amistoso)
León: ¿Quién eres tú, animal raro? Gato no eres, tampoco perro.
Zorro: Uno que viaja por el mundo buscando talento. Te observé, ¡qué porte, pelaje de raza pura!
León: ¿Quién eres? ¿qué buscas?
Zorro: (moviendo su larga cola elegantemente) Un zorro, pariente lejano tuyo.
León: Me enseñaron a no hablar con extraños, mas… te veo simpático. Dime ¿qué hay al otro lado de la cerca?
Zorro: La preciada condición de ser libre. Te permite ser tu propio dueño, no depender de nadie, poder hacer de tu vida lo que quieras, conocer el mundo y buscar riquezas.
León: Eso suena bien ¿qué debo hacer para ser como dices?
Zorro: Mira, cavaré un túnel amplio. A media noche te vienes conmigo. No olvides traer un par de pollo y algunos huevos. En un camino largo es prudente llevar provisiones.
El zorro pensó “Este chiquillo es tan inocente, ya lo convencí, así que por la noche me daré un festín delicioso”, relamiendo sus bigotes.
León sintió tentación de olvidar las enseñanzas de Carusso. Mas, luego pensó que él era un perro sabio y además su maestro. Así que confió en su corazón y le contó todo a su amigo.
Carusso, molesto, tendió una trampa al malhechor. Escondido tras los matorrales esperó a que el zorro abriera el paso. Dijo a León: “Invítalo a elegir las aves más gordas y a comer huevos hasta quedar lleno”.
No más ingresó el zorro creyendo haber logrado su propósito, Carusso se arrojó sobre el pillo, enojado. Un mordisco le cogió una pata, luego la cola y finalmente lo sacudió del lomo. A mal traer escapó de la muerte cuando logró soltarse de las fauces del bravo canino.
Con tanto alboroto despertó el dueño de la granja quien salió escopeta en mano disparando al animal, que huía desesperado encaramándose como loco por los cerros, tratando de salvar su malogrado pellejo, decidido a no bajar nunca de su montaña.
Al otro día, feliz el hombre valoró el trabajo de sus fieles perros. les dio una vianda abundante de carne y huesos.
Colorín colorado, este cuento terminó con un zorro burlado, burlado, y con el lomo pelado.